viernes, 13 de junio de 2008

“¡La sombra sabe!”

A finales de la década del 30 y casi toda la década del 40, esta frase hubiese sido entendida por todos.
Fue la época dorada de la radio y sus radioteatros (los disc jockeys, programas hablados y las sesiones de música para menear la cabeza sin parar eran aún cosas del futuro).
A finales de julio de 1930, la siniestra voz de La Sombra (The Shadow) atacó por primera vez los hogares norteamericanos desde la radio.

Al principio, La Sombra era simplemente un contador de cuentos que promovía las historias de la Revista de Novelas de Detectives.

Y así fue por varios años.

Luego, en septiembre del 1937, después de una interrupción de unos dos años, La Sombra reapareció en la radio, con Orson Welles actuando. La Sombra ya no narraba sólo historias criminales. Ya era un detective real llamado Lamont Cranston, de renombre en el pueblo.

Margot Lane era su compañera en una relación un tanto ambigua. De todas maneras, ella era la única que sabía que La Sombra y Cranston eran la misma persona.

La Sombra ahora tenía poderes hipnóticos para “nublar la mente de los hombres”, podía hacerse invisible para los que lo rodeaban y tenía poder telepático para leer las mentes.

Welles tuvo el rol de La Sombra hasta marzo de 1938; era el programa de radio más escuchado del momento.

Con diferentes actores que hacían el rol de La Sombra, el show duró hasta el 26 de diciembre de 1954.

El show dio a luz varias frases pegadizas: “¿Quién sabe qué males se elucubran en el corazón del hombre? ¡La Sombra sabe!” seguida por una maligna carcajada; y el famoso: “La hierba del mal tiene frutos amargos.”

Por más de dos décadas, todos los escuchas sabían que La Sombra estaba luchando contra el crimen y haciendo del mundo un lugar más seguro.

Pero para los que son demasiado jóvenes y se perdieron a La Sombra en la radio, tenemos a nuestra propia Sombra aquí mismo (el mago muestra ambos lados de una carta en la que hay un dibujo de una figura misteriosa -una carta en blanco con una figura pegada- o simplemente el jocker).

Y, debido a que a La Sombra no le gusta hacer su trabajo a la luz, este tarjetero esconderá a La Sombra (el mago muestra ambos lados de un tarjetero; dentro, un lado es opaco y el otro transparente. El mago introduce la carta boca abajo en el lado opaco, sólo se ve un poquito del borde.)

Ahora, no vamos a pedirle (al espectador) que cometa un crimen para mostrarle que La Sombra todavía “sabe hacer lo suyo”. No, le pediré algo mucho más simple; sólo elija una de estas cartas para hacer un test. (el mago deja seleccionar libremente una carta y la selección es libre.)

Mire la carta, recuérdela y luego introdúzcala -boca abajo para que yo no pueda verla-, en el tarjetero debajo de La Sombra y cierre el tarjetero.

(El espectador lo hace y el mago muestra ambos lados del tarjetero cerrado; es obvio que nadie puede ver qué carta está escondida adentro).

(Luego de algunos segundos de “trabajo psíquico” y sosteniendo el tarjetero cerca del oído, el mago es capaz de revelar el nombre de la carta, ya que ¡La Sombra se lo dijo!

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