Hay veces que la magia existe de verdad, ocurre raras veces, pero ocurre.
Trato de buscarla y no aparece, solo hay que tener la paciencia necesaria, y
aparecerá, otra vez, cómo lo hizo las veces anteriores.
Hace varias décadas, había un niño que acudió a un espectáculo de magia,
las sensaciones durante aquella tarde no se le olvidarían nunca, lo que vivió
en aquellos momentos le acompañaron siempre.
Lo más importante de aquello fue la forma de mirar, de ver lo imposible, de
ver la realidad de formas diferentes. Su rostro en el espejo reflejó una mirada
especial durante muchos días..
Su poca lógica se derrumbó, no podía creer lo que había visto, era magia.
Se abrió un mundo delante de él. También se le abrió un horizonte, LA
MAGIA.
Ese niño no paró hasta adentrarse y aprender en el mundo mágico.
Ese niño era yo, y la mirada de aquella tarde era la mía.
Muchos años después, estando actuando para unos amigos, vi mi propia mirada
en un niño, era el hijo del amigo de un amigo. Tuve una sensación extraña,
hasta en la grabación que se realizó, hay un momento en la cual me quedo
paralizado, me acababa de encontrar con aquella mirada que creía sólo existía
en mi imaginación, la mirada del espejo. La reconací al momento, tenía un
aura alrededor.
Le dediqué un juego en exclusiva a ese infante que me había echo
reencontrarme con mi propia mirada, era una mirada pura, limpia, rodeada de una
atmósfera mágica perfecta, sólo reconocible por quién la busca, y sobre todo
sabiendo que existe. Era la mirada gemela, lo más de lo más entre mago y
espectador.
Después de encontrar mi mirada gemela me sentía feliz, extasiado. Fue el
mejor juego de magia de aquel día, y sólo yo sabía que había existido, fui
mago y espectador en uno.
¿ Quién ha sido ambas cosas en la misma función y al mismo tiempo?.
Desde entonces me olvidé del tema, hasta que volvió a ocurrir.
En éste otro caso era una niña, pero la mirada era la misma, mi forma de
actuar fue idéntica a la primera vez, dedicación de un juego, el tiempo se
paraliza en esos momentos, no existe nada en el mundo, sólo un espectador, un
mago y una mirada gemela.
En ese momento no sabes si eres niño o mago. Eres
ambas cosas a la vez, magia pura, magia de verdad.
No las busco, sé que están ahí, y sólo aparecen cuando ellas quieren,
ellos no saben que son poseedores de una mirada que tenía cuando era pequeño.
Tampoco saben por qué son elegidos. No hay que romper ese momento único. No
hay que dar explicaciones. No hay que hacer preguntas. Hay que dejarles que la
magia les llegue hasta adentro.
Después de la segunda vez decidí crear un juego especial para “Las miradas
gemelas”, el juego sólo lo hago cuando encuentro esas miradas, no pertenece a
la rutina, pero está preparado para poder hacerse si la ocasión se presenta.
El único problema es no saber cuando lo vas a hacer.
Lo ensayo con mucho cariño.
Todavía no lo he estrenado, ¿Por qué? porque no ha habido una tercera
mirada igual a las anteriores.
Muchas veces creo que mi hija es poseedora de esa mirada, otras veces creo que
mi amor de padre me juega malas pasadas, y sólo tengo ganas de encontrarla por
tercera vez.
No desespero, sé que algún día lo haré, y espero estar a la altura del
momento.
Porque no hay nada más mágico que hacerle magia a tu propia mirada.
Un espectador, un mago y una mirada gemela. Tres cosas, y una sóla.
Por cierto el juego especial ya sabéis como se llama, no hace falta deciros
el nombre.
LOU LESS.
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